TAN MEXICANO
18 DE SEPTIEMBRE 2011
Cristian Vázquez
Cristian Vázquez
Recuerdo mis primeras andanzas en el mundo de la escritura, un niño buscando reflectores y micrófonos, confiando en su palabrería innata y su tono de voz grave. Recuerdo, como si fuera hace poco tiempo (porque lo es), que tomé una hoja de papel y comencé a hablar sobre “la educación en México”, como si estuviera hablando de baloncesto o futbol, lanzando juicios al aire y razonamientos inocentes, soñando con mi estancia frente al público, “solucionando” los problemas nacionales, recibiendo aplausos.
Recuerdo mi primera vez. Recuerdo la emoción de “estar haciendo algo por mi México”, la pasión de cada palabra, la emoción que provocaba cada frase, cada énfasis y grito al aire. Mi primer discurso, mi primer análisis, la primera vez que conocí esa sensación que te da estarle escribiendo a la patria, tu patria.
Después de ello fruto de la acción y el gusto que se fue desarrollando, vinieron diversos concursos, discursos, poemas, ensayos, incluso cuentos; textos y textos a mi país, análisis y reflexiones de lo que entendía por "crisis", por "problemas", lo que tenía al alcance, lo que la ignorancia me dejaba ver, lo que podía exprimir de mi revoltosa cabeza.
Poco a poco me di cuenta que entre más sabemos, más ignoramos. Que mientras indagaba más de realidades políticas, de esquemas sociales, de situaciones económicas y verdades universales, más desconocía de mi propio papel como analista, mi propio papel como escritor, mi propio papel como individuo. Descubrí que automática e imperceptiblemente al escribir para México escribía para mí, que intentando conocer de mi país me encontraba a mi mismo descubriendo mi propia orientación ideológica, mi propia filosofía.
¿Pero que es de mi México? Que ocurre cuando nos vemos inmersos en la crisis (social, no solo económica) , en el hambre (cultural, no solo física) , en la dependencia (de identidad, no solo política). Y mientras tanto ahí estamos nosotros, buscando nuestra propia personalidad, en vez de luchar para que lo que somos, ese alter-ego de nación, encuentre LO QUE ES, no lo que fue; lo que es.
Debo de admitir que cada vez me cuesta más trabajo escribir de mi México. Pues hay tantas cosas de que hablar, que hoy que se celebra un año más, únicamente quiero hablar sobre el breve manto de la ignorancia. El estéril terreno de la apatía en el que pisamos y pocas veces abundamos dentro del suelo nacional que se va volviendo el suelo del automatismo, el suelo del recuerdo encerrado, de la ambición dormida, de la sumisión conformista.
Y no pierdo la esperanza, creo que jamás la perderé. Porque aunque el sistema se encuentre tan vulnerable que parezca venirse abajo, que cada mexicano parezca tener dispersa su conciencia, aunque aparentemos caminar hacia un lado distinto cada quién, estoy convencido de que estamos muy lejos de la meta, pero que estamos a unos cuantos centímetros de dar el primer paso. El paso más sencillo que se tiñe de imposible; el paso de la conciencia, el paso del entendimiento, el paso de ser menos ciudadanos y ser más mexicanos. Creo en que podemos romper esa barrera, dejar de soñar en vencer el narcotráfico, en solventar deudas sin sustento, en depender de soportes externos, dejar de soñar y reflexionar; aunque lo nieguen, se puede dejar un poco de pensar en el hambre física para aculturar el alma, la solución no son las palabras, no son los gritos; es la conciencia.
!Y que estoy diciendo! !Lo que medio mundo dice! pero saben, !Que bueno que mucha gente lo diga! quiere decir que al menos una persona más ya está consciente de lo que es ser Mexicano. Así que no tomes esta palabrería como algo más, tómala como un exhorto a conocerte, a descubrirte, a pensarte; a escribirte.
Es hora de que cada joven intente caer en cuenta lo que significa ser él, lo que significa ser ciudadano, lo que significa ser parte de algo, parte de un país. Es hora de ese momento tan utópico, tan paradójico, tan indispensable. Tan “Mexicano”.
Me leo y me siento tan inocente... !Eso es tan satisfactorio!
Cristian Vázquez.
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LEE Y ESCRIBE
Soltando Tinta
JUEVES 15 DE SEPTIEMBRE DE 2011
Por Cristian Vázquez.
"Lee y Escribe"
Dentro de la cultura nacional y específicamente la ensenadense (porque es la que tengo a la mano) , no existe una adecuada educación familiar y escolar hacia los hábitos lectores y escritores. Los niños crecen preocupados por sus evaluaciones escolares y resultados basados en escalas de 1 a 10, viéndose ante la permanente necesidad de memorizar conceptos y resolver problemas. Desarrollan habilidades receptivas conforme avanza su crecimiento cronológico y el papel de los padres suele ser estimular la capacidad de memorización de los hijos, antes que fomentar la búsqueda de capacidades que complementen su desarrollo.
(¿Que ocurre después?)
En el transcurso de la educación básica a la media superior, el joven se ve ante la necesidad de replantear los hábitos de vida que en un principio representaban la dependencia total de las decisiones de los padres y mientras se ve requerido de razonamientos y determinaciones que trascenderán en el transcurso de su vida, se va viendo ante la mera urgencia de desarrollar nuevas habilidades de reflexión, la urgencia de adquirir nuevos conocimientos (o aprendes o te jodes).
(Ahí viene el verbo intenso)
Por ello, es un hecho que la lectura y la escritura en los jóvenes y niños de nuestro país es una necesidad que llega de pronto, que brota con los años; una necesidad que se puede volver un cierto martirio cuando se antepone a nuestros hábitos de vida mal enfocados a la tecnología y los medios de comunicación, al mero transcurso de tiempo que representa la etapa estudiantil, una que según se piensa, “tarde o temprano terminará” y así como así se llegará a la responsabilidad del desempeño profesional, teniendo como única base la desnuda y vulnerable calificación.
(Ya casi viene la idea principal)
¿Qué hacer cuando los jóvenes ven a la escritura como un castigo? Cuando la lectura de un libro representa una tarea más, o la elaboración de un ensayo significa sacrificar facebook por un par de días, ¿Qué hacer cuando el joven se encuentra entre la espada y la pared? no es nada sencillo romper contra los esquemas que se han ido desarrollando en él desde años y años atrás, cuando los exámenes de opción múltiple eran lo equivalente a la redacción de 3 hojas que hoy tiene enfrente.
(Last message)
Hace falta ver la conveniencia de la lectura más allá de cómo una simple herramienta para obtener una calificación, comprender que ésta y la escritura son reflejo de nuestra misma personalidad, de las percepciones permanentes que yacen en lo profundo de nuestra psiquis, de la esencia humana que nos hace distintos, que nos hace únicos; que nos hace ser.
Leer y escribir es de las pocas maneras de comprobar que pensamos.
Solo un poco de reflexión aprovechando el tiempo, estrenando la columna.
Cristian I. Vázquez González.
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Soltando Tinta
AGOSTO 2011
CRISTIAN VAZQUEZ
"GRANITO VICIOSO"
El mundo es una pequeña esferita azul que flota en una pequeña parte de la galaxia en una remota sección del inmenso universo. Tan pequeño como un granito de arena, su insignificancia cósmica es también majestuosidad humana, la única realidad que conocemos. ¿Qué es de nosotros sino más que un pequeño grano de arena, dentro de un grano de arena? ¿Y qué ocurre dentro de esa diminuta partícula a la que hacemos llamar “tierra” y que creemos podemos mover, modificar, hacer y deshacer a nuestro antojo?.
El tiempo ha ido moldeando la intelectualidad del ser humano, anulando instintos, despertando ambiciones; modificando estructuras. Hemos venerado piedras, venerado astros, venerado animales, sombras; el ser humano siempre busca, ha buscado y buscará un sustento espiritual y motivacional. Ocurre que mientras el tiempo transcurre, veneramos menos entes naturales y anulamos nuestra adoración por entes espirituales, dejando entonces un profundo vacío en medio de dos conceptos/impulsos que a lo largo del tiempo han regido la existencia, colocándonos en el engañoso terreno de la tendencia acumulativa, situando como base y punta de la sociedad a la economía (el billete para los "compas") ; anteponiéndola más que como un recurso, como el medio para regir la realidad.
Lo que ocurre en el mundo va más allá de fenómenos hipotecarios, dicen las lecturas. Trasciende entre las malas decisiones y las estructuras endebles, situar con comodidad una ideología insustentable como la norteamericana basada en el “Me, Me, Me” (yo, yo, yo) nos ha dejado como en el principio de los tiempos, sin fin ni método. La información transita con premura por los rincones de nuestro granito de arena, así que es más fácil criticar; sin embargo es más difícil actuar. Es importante conocer lo que está a nuestro alrededor, tomar en cuenta lo que tenemos en nuestras manos, salir por un momento del círculo vicioso y verlo desde afuera; ¿Porqué no querer saber más? ¡Es nuestro mundo! Es increíble como ignoramos por querer (sin querer) ser ignorantes, como aceptamos ser solo uno más del ciclo permanente; Pues si bien, estamos tan cerca de la crisis, ¿Porqué no vivir nuestras propias crisis? ¿Porqué vivir adorando a quien solo se adora a sí mismo?
Vaya que somos un granito de arena globalizado.
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Soltando Tinta
ENERO 2011
“Decir”
Hace tiempo
que tenía arrinconado en mi cabeza el impulso de hace unos meses que de la nada
me llevó a iniciar estas reflexiones, hoy, me reencuentro solo, frente a la
pluma, dispuesto a luchar contra mis dudas acerca de sobre que escribir el día
de hoy. Y mientras mi “inconsciente conciencia” se debate, me “Digo” a mí mismo
que es inútil tratar de buscar un tema, creo que el “chiste” de este ejercicio
es que el tema nazca por sí solo, que surja de las entrañas del día con día, de
conversaciones, cuentos, noticias, momentos; sentimientos propios de la
realidad mía y de cualquiera. Hablando conmigo mismo (con la locura que
implica) traigo a mi mente conversaciones recientes que hacen iniciar la piedra
al aire del día ¿hablar? Mostrar, expresar, dialogar… Las cosas, las palabras
que decimos y que aparentamos pensar desde el punto de vista social o de convivencia,
dialogo e intercambio de ideas. ¿Qué decimos? Entre más el mundo se me o
conozco de “poquito en poquito” me doy cuenta de lo difícil que aparenta ser
que “alguien” (quien sea) diga lo que piensa.
Las
conversaciones, los debates y hasta las discusiones son parte de la vida de los
9000 millones de humanos en nuestra tierra y la pulcritud de la palabra/letra
es cosa de unos pocos. La “estrategia” oral, acomodar lo que dices, lo que
piensas, tu manera de enseñar, de expresar, de fingir… es uno de los tantos
canceres del siglo XXI. Mientras la estructura moral se debilita, la palabra
Honor se desvanece en la letra “H” del abecedario y en los valores de uno que
otro privilegiado.
Convivimos,
nos miramos, planeamos y modelamos frases a nuestro favor, discursos
momentáneos con un fin especifico, expresando lo que queremos decir y hasta lo
que sentimos; pocas veces lo que realmente pensamos.
Aún no
quiero introducirme en la subjetividad
de los términos deshonestidad o falsedad, creo que es propia de nuestro
libre albedrío la capacidad de elegir que decir o que callar y cómo hacerlo;
pues después de todo somos nosotros los que padecemos las consecuencias de
nuestras palabras (y actos) ¿Cuántas peleas con la pareja no son provocadas por
frases mal dichas? Errores empresariales, órdenes, frases o mensajes mal
enfocados que no causan la reacción esperada y desencadenan consecuencias poco
favorecedoras.
Hablar, decir, pensar… ¡Todos lo hacemos”
¿Correctamente? ¿Que tanto meditamos nuestras palabras, cuantas veces
procuramos lastimar lo menos posible, dejar de lado la pasión del sentimiento y
llenar de la razón del pensamiento centrado a lo que expresamos? Es cierto,
para expresarse con la finura adecuada es necesario estudio, lecturas, conocimientos
de expresión oral y física y cientos de métodos que hasta desconozco, más la
piedra no vuela por esos aires. Creo que cada quien tiene en su conciencia las
veces en las que habla sin pensar o pensando en engañar; mal manejando la
verdad o la realidad de las cosas. Cada quien dice lo que piensa/siente a su
propia manera, según su propia forma de pensar/sentir (valga la redundancia) y
al final y al cabo, no hay mejor juez que nuestro juez interior. ¿Qué tanto
cuidamos lo que decimos? Porque (Sin pretender generalizar) decimos mucho,
pensamos poco.
“Decir”.
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Una Verdad a Medias
ENERO 2011
CRISTIAN VAZQUEZ
Una verdad a medias…
No sé qué tan cierta sea la
verdad. Sé que una manera de pensar desencadena juicios determinados (y aún
debo verificarlo un poco) juicios repletos de ideas, sentires, aspectos
individuales que se plasman en palabras que llegan y salen de la mente.
Escribo esto mientras escucho las
palabras de un hombre que dialoga conforme a sus propias opiniones; que expone
su propia verdad. Habla con la voz de un hombre cansado que ha encarado la vida
indagando y reclamando. Ya no tiene la energía de hace 20 años, pero su forma
de pensar sigue siendo punzante, directa. Analiza la vida; pesimista, realista,
llámele como sea… La mente es tan relativa que falla de vez en cuando. Hoy
mismo solo lanzo conceptos al aire tratando de seguir ampliando mis conceptos
de conceptos y mis ideas de ideas.
Creo que después de todo, los
años van transformando, informando y cambiando. A veces también creo que la
ignorancia afianza la felicidad y armoniza el concepto de “vida” misma. Hay
tanto conocimiento disperso que es más que imposible acumularlo todo, por eso
(y por otros tantos motivos) todos somos diferentes; encaramos la vida de una
forma independiente, tomando caminos distintos y equivocándonos o acertando “con
nuestro propio estilo”.
A estas alturas es difícil decir
algo que no haya sido previamente escrito, algo que alguien mas no haya
pensado. Comencé a dialogar con la hoja por lo que provocó en mi la nostalgia y
el poco optimismo de un hombre, un maestro que externaba su opinión sobre
situaciones reales de aspectos sociales; y ahora empiezo a entablar mi propio
engendro de monólogo. Estoy consciente de que la verdad es tan volátil como la
razón y que la razón tiene más de mil caras con que verse.
¿Podemos hablar de futuro sin
hablar de pasado? Hablar de causas sin consecuencias, de estragos sin motivo es
como ver solo las manos de un artista, las que plasman lo que la mente dicta. Y
aun dentro de la metáfora, creo que las manos solo dicen una pequeña parte de
la genialidad
del genio humano. El concepto de verdad y las verdades existenciales
son poco concretas por que se encuentran en el centro del ciclo
pensamiento-idea-realidad fruto de la filosofía humana, volátiles figuras de
nuestros momentos de reflexión y creación a base de experiencias y
conocimientos. Porque no hay verdad de la cual no se puedan desencadenar
reflexiones y debates; porque cada realidad expuesta, aun teniendo las mismas
bases, será diferente; será…
Nuestra.
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Soltando tinta- De Cristian Vazquez
MARZO 2011
EL FÚTBOL Y LA VIDA
El futbol y la vida.
Hay cosas en la vida que se
vuelven parte de la rutina. Hábitos, costumbres, hechos que esperas con ansias,
que anhelas y deseas que comiencen, que sean parte de ti y que con el tiempo se
añaden a tu andar diario y en ocasiones rayan en la monotonía. El automóvil que
siempre deseaste que con los años se vuelve viejo, la mujer que te encanta y se
vuelve tu esposa, la casa nueva, el juguete del niño.
Piensa en lo que tienes. En tu
casa, en tu familia, la escuela; el trabajo… en todos esos pequeños detalles
que conforman tu camino, tu mañana, tu
tarde y tus fines de semana. ¿Qué vez? ¿Qué ha cambiado de esa rutina con el
tiempo? Imagino que muchas cosas…
Tenía 11 años. Era un niño
gordito que jugaba basquetbol y veía enfadado los partidos de la
Confederaciones 2005 solo porque mis tíos disfrutaban con ansias cada encuentro
y mis amigos comentaban en el recreo los goles y pormenores, ¡Debía hablar de
algo!. No me gustaba el futbol. De chico intenté jugar en las menores de Atlas
hasta que descubrí que tenía dos piernas izquierdas, o dos derechas, da igual;
el chiste es que era muy malo. Mi trauma con este deporte llegó al grado que
durante 5 años traté de no volver a patear un balón a menos que fuera necesario.
Y unos meses después a aquella
Copa Confederaciones, algo (quisiera saber que) cambió. El ambiente que se
respiraba en esos días era algo que no me había tocado vivir con plena
conciencia, algo que en Corea-Japón no percibí en lo más mínimo; el aroma a
futbol. Veía por las calles, en las tiendas, en las bebidas, en la ropa, en la
tele y hasta en la escuela como todo el
mundo hablaba de un tal Ronaldinho, se enorgullecía de Márquez, se especulaba
de Guardado y se murmuraba de un tal “Kikin”, la naturalización de Sinha, el
bigote de Lavolpe y el fichaje del Guille.
Eran finales de abril y
principios de mayo. A mi madre se le ocurrió la brillante idea de regalarme un FIFA
2005 como detalle de día del niño. (el primer y
único regalo de día del niño que
recuerdo) y con actitud especulativa lo abrí y me puse a jugarlo. Para esos
días las cosas se tornaban mas futboleras. En la tienda nos regalaron a mi
hermano y a mí un balón de la empresa de refrescos roja y unas semanas después
mi papá llego con uno de la competencia, ¡Vaya regalo para un niño que
detestaba el futbol! El punto es que para ese entonces yo ya era un adicto al
popular videojuego y las cosas eran un poco distintas, comenzaba a aprenderme
nombres de jugadores, de equipos, a imaginar goles... Recuerdo el día de la
inauguración. Alemania- Costarica, 6 goles; ese día fue el comienzo del resto
de mi vida. Terminó el partido, tomé el balón y salí al patio, quería jugar.
Entendía que si siendo aun mas niño y entrenando por dos años diariamente no
pude dejar atrás el ser más tronco que un tronco, lo mío no sería regatear.
Puse el balón en el piso y comencé a tirar, una y otra vez. Aquel 9 de junio
rompí mi primer vidrio; el primero de muchos. Y bueno, la columna no se trata
de cómo aprendí a jugar futbol, (cosa que aun no hago) sino de cómo aprendí a
vivir futbol, a entender futbol, a que este fuera parte de mí. Creo que con el
tiempo ese Mundial se quedará en lo más profundo de mi corazón como un parte
aguas de mi vida. A veces añoro volver a sentir en mi corazón esas ansias por
saber más, esa desesperación de tratar de comprender que era el fuera de lugar,
esa adicción a tirar una y otra vez y pegarle al poste, esa adrenalina de
ocultar los vidrios rotos y el entusiasmo de disfrutar cada segundo de Mundial;
esas ansías que no alcancé a revivir en Sudáfrica, esas ansias que solo se
viven una vez, la ves primera…
Hace
ya cinco años el futbol se volvió parte de mi vida. Hace dos años mi novia se
volvió mi mayor sueño; hace unos meses tuve mi primer vehículo y en poco tiempo
comenzaré la universidad. Hay tantos detalles que llegan con el tiempo y se
vuelven parte de tu vida, detalles que te forman y transforman, que cambian y
revolucionan tu manera de ser y de pensar. Mis fines de semana no volverán a ser
los mismos desde aquel Costarica-Alemania.
Me
despido exhortando a que valoremos los pequeños detalles que viven en nuestra
vida (valga la redundancia) y atreviéndome a preguntar… ¿Hace cuanto tiempo el fútbol se volvió parte de tu vida?
Cada
quien tendrá su propia historia…
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SOLTANDO TINTA
CRISTIAN VAZQUEZ
FEBRERO 2011
"He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300
juegos. 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el juego y lo
he fallado. He fracasado una y otra vez en mi
vida y eso es por lo que tengo éxito." Escribió el más
grande atleta de todos los tiempos (sin querer entrar en polémicas) alguna vez.
La vida es un constante
aprendizaje para aquel que tiene los ojos abiertos; el que se revela a la monotonía;
el que, simple y, sencillamente y, valga la redundancia, quiere en verdad
aprender.
Es como el juego, el juego
es como la vida. Y él, como todos, inició de cero. Comenzó a jugar hace ya
varios años con el entusiasmo de un niño aventurero y junto con la emoción del
aprendizaje y la ilusión de lo desconocido vino con el tiempo lo inevitable;
los tropiezos. En momentos el ambiente parecía ya formado, los rostros ajenos.
No faltaban los gritos de desaliento de los terceros, junto con el apoyo de los
cercanos. Quizá las críticas no eran tantas, pero en la percepción de un niño y
su ilusión desmedida, se acrecentaban. Se sentía un bicho raro en una selva
enorme y varias veces estuvo a punto de claudicar, al grado que en momentos desapareció,
harto de malos comentarios y acusando de cobardía; busco refugio en el origen, consuelo
en el hogar. Probó otras cosas.
Paso el tiempo. Creció. Ese niño
con ciertos problemas físicos y anhelos infantiles que yacía refugiado en los
brazos de su familia había cultivado algo más que conocimientos, había probado
otros ambientes; acumulaba otras caídas. Estaba dispuesto a seguir, estaba
dispuesto a aprender. El talento, se decía;
es relativo. La actitud es constante.
Consiguió apoyo del mejor
entrenador: de sí mismo. Se fortaleció físicamente, se fortaleció mentalmente. ¿Volvió
a caer? ¡Claro!, Cayó una y otra vez. Falló, cometió errores, tropiezos, en
ocasiones demeritó el trabajo de otros; pero, paralelamente; ganó el
reconocimiento de muchos y, sobre todo, el propio. Quizá no había nacido con la
capacidad innata, la habilidad, las aptitudes, siquiera el aspecto. Trabajó en
ello. Y aun hoy, no es un genio, jamás lo será. No se volvió la figura, mucho
menos una estrella de este juego que se llama vida; se volvió una pieza, una
parte importante, un engrane, un jugador más. Vivió las mieles de las buenas
jugadas y con el tiempo entendió que a veces eres más grande al aceptar tus propios errores que al salir en hombros; con el tiempo observó que,
cuando el aliento falta, el corazón sobresale; aprendió a perder y a ganar.
Todos caemos alguna vez
Todos tenemos días en los que cada jugada que hacemos brilla por el solo hecho
de haberla intentado. ¿Suerte? Llámenle como quieran. Mientras más lo intentas,
mas suerte tienes. Aquel que lucha contra sus propios defectos es, por inercia;
un ganador. Aquel que doblega hábitos cambia destinos. Aquel que quiere aprender, termina
aprendiendo; aquel que sabe aprender, termina ganando.
Comunidad pluma joven, si me
permiten llamarlos así; amigos todos. Nunca se den por vencidos. La idea es
siempre aprender. Siempre habrá detractores, por más que la labor sea buena, de
alguna u otra manera, los habrá. Es parte de la imperfecta naturaleza humana,
es parte del permanente aprendizaje. Nuestro principal apoyo debe ser nosotros
mismos, nuestra perseverancia. Ganando tomas confianza. Pero perdiendo, si es
con la frente en alto, si lo deseas y entiendes lo depurable, consolidas el
talento, rompes esquemas e invades fronteras .
Sobra decir la identidad de
ese niño. El mismo que ahora al terminar un partido; que aún
con el sabor de su neutral actuación y la sensación de la forzada victoria,
toma la libreta de su mochila y se pregunta si escribe del basquetbol; o de la
vida.
Aprendamos los unos de los
otros; aprendamos de nosotros mismos.