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miércoles, 20 de julio de 2011

La encantadora de suegras (cap. XII)

Parte XII: ¡Bienvenidos al Blog de La Encantadora de Suegras!

¡Sí, sí, sí! Idea tras idea fluía dentro mi mente, mi creatividad jamás había estado tan activa, y tan productiva. ¡Estaba orgullosa de mí misma, de mi propio ingenio!

Fui atiborrando una libreta de mis notas, tantas cosas se me vinieran a la cabeza. Se me ocurrió crear una publicación semanal en el blog, un consejo formulado por mí misma a la vista de todo público. Además, podría contar con un la sección de “Ayuda”, donde los usuarios con “Problemas suegrales” (me encantó la idea de inventar esa nueva palabra) pudieran exponer sus situaciones y preocupaciones.  Mismas que yo posteriormente analizaría, y en base a mi experimentada sabiduría les recomendaría una perfecta solución.

“No soy psicóloga, socióloga ni terapeuta. Soy una mujer joven, con ideales y esperanzas al igual que el resto del mundo. Al igual que ustedes, sé lo que se siente necesitar del apoyo de un experto.” Eso era cierto, pero pensé que publicarlo como una breve descripción mía en el blog se escucharía muy pelele, como diría mi padre.

“Soy una especialista graduada en la Universidad de la Experiencia. Me he incorporado al hábitat natural de los suegros en diversas ocasiones, y estoy aquí para revelar los secretos para sobrevivir a ellos”. Esa presentación me pareció algo graciosa. Se escuchaba como la de una aventurera en la selva con su propio programa de televisión, recomendando a los televidentes medidas de supervivencia extrema. También me pareció algo parecido a lo que diría el Cazador de Cocodrilos. Pero yo pretendía parecerme al Encantador de Perros, después de todo soy igualmente una encantadora.

“He descubierto la técnica secreta para conmover a la gente mayor, sobre todo a aquellos personajes que en la vida toman el papel de nuestros suegros.” Esa frase me agradó mucho, y creí con ella me fue suficiente por ese día. Quizá con el paso del tiempo, conforme mi blog expandiera su fama, podría cambiar de slogan.

Por otro lado, fue creando la estructura de una obra a la que decidí nombrar “El Manual de Conquista para Yernos Inhábiles”. Un título algo deprimente, pero de igual forma, con el paso del tiempo idearía uno más adecuado. Consideré importante organizarlo en secciones, o capítulos. Primeramente, ¿Qué significa ser yerno? ¿Qué significa ser suegro? ¿Cuántas clases de suegros existen y cómo identificarlos? ¿Cómo llevar una relación armoniosa? ¿Cómo ganar su confianza? ¿Cómo conservar su confianza?

Conforme pensaba en sección tras sección, me di cuenta de que muchos de esos consejos no serían exitosos si el “cliente” no se hallaba dispuesto a cambiar de su parte. Tal como sucedió con Sofía y con Natasha, parte de la confianza hacia ella de la señora Lucía involucró un cambio de comportamiento. Sabía que la mayoría de mis lectores estarían poco dispuestos a cambiar, su interés sería meramente deshacerse de las molestias que una suegra provoca.

Sin embargo, en mi mismo manual podría incluir ideas que los motivaran a reflexionar. Llevarse bien con un suegro o suegra no debe de ser un tabú, en realidad puede resultar muy divertido. Lo dice la “ñoña” que pasó toda su vida rodeada de adultos mayores, pero insisto en que ningún momento me sentí aburrida. Disfruté de la confianza que ellos me otorgaban, y lo sigo haciendo.

“No se trata de librarse de una intrusa. No se trata de controlarla, ni de engañarla. Se trata de hacerle saber a tu suegra que puede confiar contigo. Sólo así te ganarás su respeto. Crean que vale la pena.” Sentí que me perdería la admiración de muchos cibernautas al hablarles con la verdad, pero para garantizar resultados, sería muy necesario ser sincera con mis palabras. Aún así, me sentía muy entusiasmada por el blog. ¡Mi primer proyecto a punto de volverse realidad!

El reloj dio las siete, mi alarma sonó despavorida.  Pero esta vez no me molestó; significaba que muy pronto Armando pasaría por mí. Estaríamos juntos, a solas, como lo hacíamos antes. ¡Oh aquellos días!

Tomé una merecida y breve ducha. Al volver a mi cuarto, recordé que Los Amoríos de Bárbara deberían estar transmitiéndose en ese mismo momento. Encendí la televisión de mi recámara lo más pronto posible. Ahí estaba Giovanna Basterea en escena, interpretando a la que solía ser mi personaje preferida. Bárbara, la intrépida.

“Le juró que lo que Antonio y yo hicimos anoche no tiene nada que ver con apoderarme de su herencia. Ese maldito no tiene idea de lo que soy capaz de hacer.”

-¡Bien dicho, Bárbara!-exclamé completamente entrada en la telenovela. Hacía tanto que no la veía, y estaba harta de ponerme al tanto de ella en el trabajo por medio de las repeticiones en internet.

Busqué una blusa adecuada, pero me di cuenta de nuevo de mi enorme urgencia por salir de compras. Mi corte de cabello dejaba de ser suficiente, necesitaba otro cambio de look distinto. En mi vestimenta principalmente. Lo más idóneo que encontré fue un pantalón gris oscuro que combiné perfectamente con una blusa colgante color rosa mexicano.

Intenté repetir la técnica de maquillaje que mi madre utilizó para mí el martes. No terminó del todo idéntica, pero sí algo parecida. Me veía muy bien. Volví a utilizar las arracadas plateadas que me había regalado mi madrina hace tres cumpleaños, y creí necesario ponerme un collar. Sólo unas cuantas pulseras. Papá tocó a mi puerta, ¿quién no lo reconocería? Siempre da solamente dos toques pausados.

-¡Papi, adelante! ¡No noté cuando llegaste!

-Quise pasar a saludarte pero te vi que estabas muy entretenida con esa máquina.-su mirada tierna me cautivo como siempre. Lo abracé, tenía que hacerlo.

-Pudiste haber entrado de todas maneras.

-No quise cortar tu inspiración. Sólo vengo a avisarte que Armando te espera en la sala.

-¿Llegó ya? ¿Tan rápido? ¡Apenas estoy lista!-revisé el reloj. Faltaban quince minutos para las ocho.

Papá asintió en silencio. Corregí un último detalle de mi cabello y me di otro toque de perfume, Sparkling Nite, mi favorito cuando se trata de ocasiones especiales. Salí en dirección a la sala, mi padre me siguió.

Ahí estaba Armando, precioso como siempre. Sobre el sillón, conversando con mi madre como si se tratara de la suya propia. Cada miembro de esta familia lo amábamos, demasiado. Su mirada se cruzó tiernamente con la mía. Ambos sonreímos.

-Vicky, nunca me mencionaste que saldrías con este chico. Fue una muy grata sorpresa recibirlo.

Permanecí callada. Estaba muy feliz de volver a ver a Armando. ¿Estaría Christopher en lo cierto? ¿Yo enamorada de él?

-¿Gustas una copa, Armandillo?-así solía llamarlo papá cuando éramos chicos. Desde la alacena de la cocina, mi padre no pudo abstenerse de ofrecerle de beber. Siempre buscando pretextos para celebrar.

-No, gracias, tío Santiago.

-¿Estás seguro, chiquillo? ¡Válgame, esta juventud de hoy en día!

-Qué gusto verte, Armando. Pasaste a saludarnos la otra vez, pero no tuvimos la oportunidad de disfrutarte. Venías muy apurado.

-El placer es mío, tía. Los extrañaba tanto a todos.

El auto de Armando era muy lujoso, por fuera y por dentro. Y pensar que fue capaz de adquirir dos vehículos como esos; a parte de aquél, el que le otorgó a Sofía como regalo de bodas adelantado. Era notable que Armando se consiguió la buena vida, la muy buena vida. Ahora Sofía podría estar tramando robarle todo lo que había logrado.

-¿Dónde trabajas, Vicky? ¿Por qué tuviste el día libre?

-En el área administrativa de una empresa. Nada fuera de lo común. ¿Qué hay de ti?

-¿Sí recuerdas que te platicaba sobre mis ideas para mejorar la calidad de los vehículos híbridos? La empresa de motores en que trabajo se basa precisamente en mi proyecto.

-¿El de los autos que funcionan con electricidad? ¿En serio?

-Lo que comenzó como un simple proyecto de fin de semestre, se convirtió en mi éxito profesional.

-¡Army, felicidades!-ahora entendía de dónde podía conseguir tantos coches.

-Gracias, Vicky. ¿A dónde te gustaría ir a cenar?

-La verdad no me importaba, tú decide. Tengo hambre, así que no te preocupes, voy a comer.

-Perfecto. Desde que volví a Nuevo Salcedo he tenido tentación de visitar La Fonda de Doña Lupe, ¿aún existe?

-Sí, hace tiempo que no voy a comer ahí. ¡Vamos!

La Fonda de Doña Lupe, al igual que el buffet de comida china, era uno de los clásicos restaurantes de los que mi familia y amigos solíamos frecuentar hace tiempo. Además, cocinaban delicioso en ella. ¿Qué otra mejor elección?

Tomamos una de las mesas junto a la ventana, de aquellas que en vez de sillas cuentan con asientos largos y esponjosos. Había muy pocos comensales, la televisión estaba encendida transmitiendo la telenovela de las ocho, y el picoso aroma de la tradicional salsa de Doña era apetitoso. La mesera se aproximó a nosotros. No necesitamos del menú, ambos estábamos seguros de lo que íbamos a ordenar.

-Una orden de tacos dorados y limonada con mucho hielo, por favor.

-Por favor, para mí serán unas enchiladas, con refresco de cola.

La señorita se sorprendió de nuestra rápida decisión. Yo no podía creer que me encontraba frente a frente con Armando en uno de mis restaurantes familiares favoritos. Una ola de nostalgia me humedeció por dentro.

-¿Tienes algo que contarme, Vicky?

“Sí, Armando. Algo muy importante. Pero no quiero lastimarte.”

-¿Necesito un pretexto para reunirme con mi mejor amigo?

-Por supuesto que no.-tomó mi mano izquierda, fue tan lindo.

-Armando…-mi voz se tornó un poco más temerosa. Era momento de actuar.

-¿Qué pasa?

-¿Qué se siente estar enamorado?-vaya manera que se me ocurrió de iniciar la conversación. De alguna forma debía aterrizar en el tema de Sofía y su infidelidad, era por eso realmente por lo que necesitaba hablar con él.

-Vaya, Vicky. No te lo puedo explicar, no sé cómo.

-Lo que tú sientas…

-Bueno, sólo me he enamorado una sola vez. Me refiero a amor verdadero. De Sofía, ya lo sabes. Con ella, siento que podría pasar el resto de mi vida a su lado. O más bien, lo necesito. No quisiera separármele nunca. Es como si, por más difícil que me resulte la vida, del lado de Sofía todo será perfecto.-la forma en que hablaba, el brillo en sus ojos. Definitivamente Armando estaba muy enamorado, de la persona incorrecta.- ¿Por qué me lo preguntas?

-Sólo quise saber qué tan… hermoso debe ser eso.

-¿Ahora resulta que tú nunca te has enamorado antes?-preguntó sarcásticamente.

-Yo no dije eso, sí me he enamorado.-eso era cierto.-Sólo quería conocer cómo es que te sientes tú en este mismo momento.-eso también era muy cierto.

-¡Oh, Vicky! Te adoro…

Las palabras de Armando fueron tan sinceras, pude sentir sus sensibles latidos transmitirse a mis manos, sujetadas cariñosamente por las suyas. Le correspondí levemente con una sonrisa. Sentí su amistad. Sentí su confianza. Sentí la fragilidad de su corazón, mismo que yo podría destrozar en pedazos si le contaba la verdad.

Mi celular vibró dentro de mi bolso, alerta de mensaje de texto recibido. Me dispuse a revisarlo pero la llegada de la mesera con la comida me distrajo.

-¡Buen provecho!-nos deseó antes de partir.

Armando se veía muy contento. Intenté ceder el mismo entusiasmo de mi parte. Fue difícil hacerlo. Mientras comíamos, nos hicimos muy pocos comentarios el uno al otro. La mayoría de ellos irrelevantes, relacionados con el lugar o la comida.

-Prueba tus tacos con la salsa picosa. Te van a encantar, sé lo que te digo.-lo obedecí simpáticamente.

-¿Qué es lo que comías durante tu años de estudi-hambre? ¿No extrañabas la cocina de tu mamá Lucía?

-Nada se compara con mi mamá Lucía. Sí, me moría de hambre. Las sopas instantáneas pueden llegar a hartarte, sobre todo si no las acompañas con galletas saladas.-reímos.

-Army, ahora vuelvo.-un impulso interno me obligó a dirigirme al tocador de damas. Instintivamente me puse de pie y tomé mi bolso.

-Claro, adelante.-por suerte habíamos terminado de comer. Odio dejar a la gente comiendo a solas.

Había solamente un sanitario, para ambos sexos e individual. Después de lavarme las manos, aproveché la retirada para echarle un vistazo al mensaje que había recibida hacía rato. Sentí un espasmo al darme cuenta de quien lo había mandado.

“¡No le digas nada que lo separe de mí, te lo imploro! ¡Él es la última razón para vivir que me queda!” Atentamente, Sofía.

¡Oh, Dios mío! ¿Qué estaría ella tramando ahora? No podía seguirle guardando secretos atroces a Armando, pero si lo hiciera recapacitar, yo terminaría como la villana de la película por separarlos a ambos. Tristes, desdichados, por mi culpa. Soy una encantadora de suegras, no una rompecorazones ni destructora de vidas.

Volví a nuestra mesa decidida a investigar un poco más. ¿Cómo se entero Sofía de que me encontraba con Armando?

-Army…-tomé mi asiento.- ¿Le contaste a Sofía que saldrías conmigo?

-Sí.-suspiró.-Lo siento mucho. No puedo guardarle secretos, ni mentirle. No me siento bien haciéndole eso.

-Pero… ¿qué tal si fuera ella quien te mintiera a ti?-así era, debía de llevar aún más a fondo la conversación.

-La perdonaría. No debe ser algo tan malo, lo que pudiera llegar a ocultarme.

-¿Qué tal si sí lo fuera? ¿Algo definitivamente muy, muy malo?-tenía que hacer justicia. ¡Armando debía saber la verdad!

-¿A qué punto quieres llegar, Vicky?-comenzó a sospechar sobre mis intenciones.

-Armando, necesito contarte algo. Antier estuve con Sofía en su despedida de soltera. No precisamente la oficial, la que le organizaron sus amigas. Sino otra. La verdad es que… nos escapamos de su fiesta. Sí, así fue. De ahí nos fugamos a un antro…

-Al Éxtasis. Claro, es su favorito.-Armando me hizo ademán para proseguir.

-A su favorito, exactamente. Verás, lo que ahí sucedió fue extrañamente, muy curioso. Para ser honesta, Sofía se la pasaba muy bien, al igual que yo. De hecho me encontré con Christopher, ¿lo recuerdas? Pero el punto es que ambas, sobre todo ella, llegamos a un punto en el que… perdimos la razón. Aunque sabiendo que podríamos perder la razón, debimos haber tenido precauciones. Entonces fue cuando… pues… Sofía…

-Se besó con otro.-Armando completo mi frase, tranquila e impredeciblemente.

-¿Cómo lo sabes?-sólo faltaba que Armando estuviera consciente de las fechorías de las que Sofía era capaz de hacer, y que él estuviera dispuesto a soportárselas todas. ¿Qué clase de ideas tendría en mente?

-Me lo contó ella, Vicky.  Insisto, entre Sofía y yo no existen los secretos. Conozco su vida pasada, no es del todo discreta. Pero entiende que los dos nos amamos y somos felices.-parecía estar completamente seguro de lo que decía.- Ambos nos prometimos cambiar, él uno por el otro.

-Armando, sí que has cambiado. Si me permites decirlo, nunca te imaginé con una mujer como lo es Sofía.-irresponsable, traicionera.

-Lo sé, Vicky. Todo mundo me lo ha dicho, como podrás imaginártelo. Incluso yo mismo me he percatado de eso. Pero te juro que lo único que necesito ahora es comprensión, ¿podrás dármela tú, amiga?-apretó un poco más fuerte mis manos.- Te necesito de mi lado, Vicky. Te necesito.

-Sí, amigo mío. Siempre vas a contar conmigo.

Todo resultó al revés de cómo lo había previsto. El único corazón que terminó roto fue el mío. Armando, estaba preso, indudablemente. Fue muy difícil para mí asimilar que mi mejor amigo se encontraba enamorado de Sofía. Una chica intrépida, aventurera, ni más ni menos de lo que Bárbara la de la telenovela lo era.

-Pero seré sincera contigo, no quiero continuar siendo tu madrina de bodas. Siento como si eso nos separara a nosotros. No quiero seguir pasando tiempo tan cerca de Sofía.

-No tendrás que hacerlo ya más, te lo prometo. Comprendo cómo debes de sentirte, y si no deseas ser mi dama de honor, por nada del mundo voy a obligarte a que lo seas.

Me sentí tranquila de cerciorarme de que, por más que allá perdido la razón en cuanto a sus relaciones amorosas, Armando seguía con los pies en la tierra cuando se trataba de sus amigos. Qué bien que pudo comprender las cosas desde mi punto de vista.

-Te amo, Vicky.

-Yo te amo a ti, Army.-mi querido Armando, mi mejor amigo de toda la vida. Por poco y comenzaba a llorar de la alegría, o del temor que me invadía por su futuro junto a Sofía. En fin, fue una noche llena de sentimientos encontrados.

-Gracias por comprenderme. Quiero que sepas que yo también te apoyaré hasta el infinito. Me agrada mucho la idea que tienes en mente, sobre tu blog. ¿Cómo dices que se llama?

Camino al restaurante le había comentado sobre mi proyecto. Me pareció excelente que lo retomara; en vista que no me quedaba a mí nada más que comentar sobre su propia vida, un cambio de tema de conversación resultaría excelente. Además, ¡me sentía muy orgullosa de mi proyecto!

-La Encantadora de Suegras.-a Armando le pareció algo gracioso. Su risa me resultó familiar, idéntica a la que emitía cuando nos compartíamos chistes escuchados de la radio debajo del árbol de enfrente de mi casa.

-Parece interesante, y mucho.

-Supongo.-comencé a preguntarme si Armando tendría problemas con su suegra.

-De inicio necesitarás mucha difusión, que la gente se vaya enterando de la existencia de tu blog.

-Aún no lo he preparado todo. Pero esta misma tarde comencé a redactar un material importante, la base de mi proyecto: “El Manual de Conquista para Yernos Inhábiles”. Claro, el título puede variar.-otra serie de risas me incitaron a sonreír también a mí.

-Me agrada. Me agrada mucho. Tengo muchos amigos a los que debería de interesarle tu manual. ¿Vas a publicarlo?

-Podría ser, ¿por qué no?-la señora trabajadora estrella más anciana de la compañía así la hubiera deseado. Pude sentir su espíritu guía detrás de mí, asintiendo orgullosamente al igual que el sensei de una película karateca.

-Según recuerdo, Christopher trabaja en la revista Municity. Es una revista local, muy solicitada.-había escuchado mucho de esa revista dentro del departamento.- Tal vez podría servirte de algo contactarlo, podrías publicar en ella unos cuantos escritos de vez en cuando.

-¡Oh! ¿Christopher?

-Sí, Christopher. Él mismo.-Armando pudo notar algo en mi reacción, aún estoy segura de qué, pero notó algo especial.-¿Todavía sigues enamorada de él?

-¡Por supuesto que no!-intenté disimular lo más posible. ¡Dios mío! No sabía que Armando se había enterado de eso, jamás se lo había contado.- Nunca estuve enamorada de Christopher, ¿cómo se te ocurre decir eso?

-Cierta vez, hace mucho tiempo, se acercó a mí y me pregunto si te gustaba. Me dijo que lo sospechaba por la forma en que lo observabas. Pensó que de casualidad me lo habrías confesado por ser uno de tus mejores amigos. Le contesté que no estaba seguro, que no me habías confesado nada.

-¿En serio te preguntó eso? ¡Ay no es posible!-sentí como mis mejillas comenzaron a arder de la vergüenza. Habían pasado tantos años, pero aún así era vergonzoso recordarlo.

-Eres muy obvia, Vicky. Quiero decir, tus sentimientos así lo son. Ahora te estás sonrojando. ¿Te das cuenta? Acabo de descubrir que Christopher te sigue gustando. Te admito que la verdad, ¡yo desde siempre lo supe!

-Basta, Armando. ¡Ahora!-era curioso pensar que tanto Armando como Christopher sospechaban que me sentía interesada por el otro. Dado que Armando se encontraba en situaciones nada óptimas para ello, me conforme con darle a él la razón: era Christopher por quien moría de ganas.

Conclusiones de esa noche: muchos hombres (no solamente mujeres) estarían interesados en descubrir el secreto para cautivar a sus suegras; tenía que contactar a los editores de la revista Municity para ofrecerles la propuesta de mi proyecto; mis disimulos sentimentales de toda la vida no habían servido para nada; los tacos dorados saben mucho mejor con salsa picosa; por cierto, estaba enamorada de Christopher por segunda vez en mi vida. Lo más impactante: el amor entre Armando y Sofía era inquebrantable.

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