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miércoles, 20 de julio de 2011

La encantadora de suegras (cap. XIII)

Parte XIII: Siendo yo misma

Mis reportes estaban finalizados. En teoría, no tenía demasiado trabajo por hacer en la oficina. No hasta que Clarisa terminara de archivar su papeleo, para asegurarme de que su orden fuera el correcto (aunque esa nunca ha sido mi responsabilidad, sino aquellos extras que me llevaron a ser reconocida por las autoridades) y de ellos estimar los resultados de los reportes futuros, como lo hago mensualmente.

Al no tener nada urgente por hacer, decidí continuar con el material de mi manual. Tecleé en mi computadora todo lo que fui avanzando. Se me ocurrieron ciertos puntos o “mandamientos” clave que considero elementales para toda buena relación suegral.

“Uno no debe necesariamente adaptarse a su suegra, ni la suegra debe obligatoriamente adaptarse a las ideas de uno.” Significa que ambos lados deben mantener su propia convicción. No se trata de convertirse en almas gemelas, sino de respetarse.

“Llevarle la contraria a tu suegra no es la solución. Así nunca vas a convencerla.” Hazle saber que la escuchas. Ella podría observarte como un(a) joven inexperto(a) que siempre toma las decisiones equivocadas. Si se da cuenta de que consideras sus opiniones (lo cual no significa que le des la razón en todo), le darás la confianza de que eres una persona inteligente y responsable.

-¿Con que ahora si te sientes dispuesta para venir a trabajar?-ahí estaba Rodrigo, en la puerta de mi cubículo. No lo sentí llegar. No se veía enojado, parecía estar normal. Sólo se comportaba algo sarcástico.

-Me conoces, soy una chica responsable.

-Quiero pedirte una grandísima disculpa, Vicky. Olvidé lo mucho que somos amigos.

En realidad, yo nunca sentí miedo de perder su amistad. Armando era más que suficiente amigo para mí. Permanecí callada, solamente dejé de teclear para no faltarle el respeto. Lo estaba escuchando.

-Victoria Guzmán, olvidemos todo lo que ayer sucedió.

-No conseguí el ascenso, de eso estoy segura.

-Eso no es lo que importa ahora.-Rodrigo se aproximó a mi escritorio, recargando sus manos sobre él y con ellas todo su peso.-Te seré franco; ese puesto no era para ti. No te lo merecías, sino algo mejor. Claro, tu sueldo pudo haber aumentado, tu liderazgo y autoridad también. Pero Victoria es más que eso. ¿Qué sería de esta empresa sin Victoria laborando en su puesto, siempre excelentemente?

Silencio, salvo el eco de los grillos. Si la intención de Rodrigo era la de hacerme sentir mejor, no lo estaba logrando. No le prestaba atención tampoco.

-Rodrigo, no necesitas reconfortarme. Estoy bien así, sin remordimiento. Nunca me esforcé por ningún cambio. Siempre he hecho lo mismo.

-¿Estás segura? ¡Eres excelente! ¿Cómo no te encantaría subir de puesto?

-Si me encantaría, pero tengo mejores metas en la vida.-casarme, tener hijos, no lo sé. ¿Volverme famosa a través de un blog o un artículo de revista?

-Eso me parece perfecto, Vicky.-me sonrió. Después dejó un profundo suspiro.- Vicky, te confieso que tú has sido para mí lo más parecido a un amigo de verdad.

-¿Lo más parecido? ¿Hablas en serio?

-Sí que lo hago. Jamás había contado con alguien como tú. Siempre me apoyas en el trabajo. Sé que los amigos deben apoyarse en todos los aspectos, pero…-sonaba algo nervioso. Notablemente no estaba acostumbrado a hablar de sentimientos.- no tengo a nadie más que me apoye igual que tú. Es por tanto que quiero que seas la primera en enterarse.

-¿De qué?-me sentí algo extraña, no pensé que Rodrigo me considerara de esa forma tan seriamente. ¿Estaría a punto de confesarme algo muy íntimo? ¿Qué tanta confianza tendría depositada en mí?

-Voy a casarme. Con Clarisa.

No respondí. Simplemente quedé atónita. Debí imaginarlo, ¡era típico! La chica rubia y delgada siempre se quedaba con el galán.

-Y quiero que seas nuestra madrina de honor.

Eso sí que nunca me lo hubiera imaginado. Acababa de renunciar a ser madrina de una boda, y ahora se me solicitaba serlo para otra.

-Sería un honor, Rodrigo.-sonreí tenuemente. Soy tan obvia, mis sentimientos así lo son. Si estoy enojada no cabe duda de que lo estoy, si estoy enamorada o triste ocurría lo mismo. Si estaba dispuesta a convertirme en madrina de bodas para no hacer sentir mal a mi jefe, creo que eso también podía notarse.

-¡Muchas, muchas gracias!-Clarisa entró a la oficina. Había estado escuchando nuestra conversación desde afuera. Corrió hacia mí para regalarme un fuerte abrazo.-Victoria, gracias por hacerlo. Tú también eres mi amiga. Gracias por corregirme, por decirme siempre cómo hacer mejor las cosas. ¡Eres la mejor!

-Es un placer, Clarisa.-ella aún no dejaba de soltarme. Ese momento fue muy importante para mí; por fin comprendí lo equivocada que estaba al juzgar a Clarisa. Podría ser una flaca con extensiones, una torpe y lenta trabajadora desorganizada. Pero eso no le quitaba lo buena persona. Ningún prejuicio me hacía bien en mantenerlo. Clarisa fue soltándome poco a poco.

-Si vas a ser mi madrina de bodas, tendremos que juntarnos más seguido. Quiero presentarte a las demás madrinas, serán mucho de tu agrado.-me comentó excitada.- Saldremos el sábado de compras, por si te interesa.

-Claro, por supuesto.-quizá esta vez si me encuentre a las personas indicadas para convertirse en mis amigas.

De vuelta a casa, mamá se sorprendió de verme.

-¿No irás a correr hoy tampoco, Vicky?

-No madre. Preferiría quedarme en casa para encargarme de ciertos asuntos.

-Tu página de internet sobre las suegras. ¿Será eso acaso?

-Se llama blog, mamá. Y sí, lo que haré tiene algo que ver con eso.-besé a mi madre en la frente antes de dirigirme a mi habitación, con el plan de no salir de ella por un buen rato.

¿Qué significa ser yerno? Todo depende del enfoque que decida otorgarle cada persona. Puede significar un rol familiar si lo que uno desea es formalizar la relación mediante la formación de vínculos afectivos hacia todos los integrantes de la familia de la pareja. En cambio, también puede considerarse como una responsabilidad meramente social, si lo que se pretende es mantener una relación amorosa lo más independiente posible, pero bajo la tutela o autorización de los padres.”, tecleé en mis primeros apuntes del manual.

“En cualquiera de ambos casos, la pareja siempre debe sentir la libertad de llevar su relación siendo ambos personas adultas. Solo en caso contrario, tratándose de menores de edad los padres tienen toda la autoridad de controlar sus privilegios, al no contar sus hijos con la madurez o conocimiento suficiente.”

“Es derecho de los yernos (o nueras) decidir sobre su propia persona y sobre su relación amorosa. Su libertad de actuar se limita de la misma manera que la mayoría de las acciones humanas: mediante los principios éticos o morales. Por ejemplo, un yerno es libre de ignorar los reclamos de su suegro, siempre y cuando no lo haga de forma grosera.” Pensé que este fragmento de mi redacción se estaba pareciendo a un código moral, por lo que decidí ejemplificarlo.

“Tal acto no significaría ninguna ventaja, y no solamente desde el punto de vista ético. Los reclamos por parte del suegro aumentarían, por tanto sería necesario atacar desde la raíz, evadiendo toda clase de grosería.” Recordé que esto se trataba simplemente de mi manual; al momento de aconsejar a los usuarios, utilizaría explicaciones más simples.

¿Qué significa ser suegro? Desde el punto de vista paternal, ser suegro nunca dejará de significar lo mismo que ser padre. Los suegros generalmente buscan las mejores opciones para sus hijos, y la elección de sus parejas para nada son la excepción. Los suegros, sin discusión, siempre tendrán mucha más experiencia de toda clase que sus hijos.”

“Ellos en su tiempo tuvieron que elegir a sus parejas, o bien, han aprendido a distinguir los tipos de personas que existen. Por lo tanto son capaces de predecir las características de los yernos (o posibles yernos) y la qué tanta compatibilidad pueden tener con sus hijos. Sin embargo, es de considerar que la gente mayor muchas veces puede dejarse llevar por los prejuicios (como todo ser humano). Es entonces uno de los diferentes casos en los que se llega a requerir un encantamiento (ver la sección de Encantamientos).”

Se me vino en mente la idea de fusionar las secciones de ¿Cómo llevar una relación armoniosa con tus suegros?, ¿Cómo ganar su confianza?, y ¿Cómo conservar su confianza? en una sola. En ella presentaría explícitamente todos los consejos que estaría dispuesta a publicar en el blog. Por ejemplo: “Nunca contradigas a los padres de tu familia, jamás lograrás convencerlos. Es más conveniente que los escuches, y después les expongas tu propio punto de vista para que se cercioren de que eres una persona madura.”

¿Cuántas clases de suegros existen y cómo identificarlos?” Estaba segura de que debían existir al menos tres clases distintas de suegros. Al menos tres que en mi experiencia yo había conocido en su rol de padres: los conservadores, como la señora Lucía, convencida de que la mejor pareja para su hijo debía de ser una persona cercana, con muy fuertes vínculos afectivos. Esa persona se trataba de mí, la mejor amiga de Armando, conocida desde casi toda la vida.

Después se me vino a la mente una clase de suegro que hasta la fecha no había conocido, pero no dude en que existiera: los aprovechados. Aquellos con los cuales el problema no sería precisamente conquistarlos, sino omitirlos. Los que sofocan la relación de sus hijos con tal de ponerse al tanto de todo lo que hacen, sin dejarlos vivir su vida en paz.

Finalmente hasta entonces, tenía a los suegros negados, como la señora Conchita. En cuanto identificó el tipo de persona que Natasha era, se opuso a respetarla o a cederle su aprobación. Por supuesto que todos sus prejuicios pudieron ser acertados, sin embargo existía la posibilidad de que Natasha decidiera cambiar positivamente.

 Quise agregar un mandamiento más a mis apuntes: “Déjale claro a tu suegro que la relación que tendrás con su hijo será productiva. La mejor manera de tranquilizarlo es haciéndole saber que puede estar tranquilo contigo. Si esperas un cambio en tu suegro(a), también tú necesitarás cambiar.”

Nunca imaginé que sería capaz de escribir algo semejante. Mis ideas para el manual fluían mucho más rápido de lo que lo hacían para redactar los resultados de mis reportes en el trabajo. Definitivamente, mi lugar no se encontraba detrás de aquél escritorio, dentro de ese monstruoso edificio empresarial.

Mi título oficial jamás debió ser el de Lic. Victoria Guzmán, sino el de Vicky: La Encantadora de Suegras. Si el jefe del jefe de mi jefe decidió no cederme un ascenso de puesto, él se lo perdía. Pero me encantaría brillar como algo especial, hacerle favores a otras personas de una manera que únicamente yo podía hacerlo. ¿Quién mejor para conquistar a señoras mayores?

Recordé que mi talento de encantamiento no sólo se basaba en dar recomendaciones, sino en mi interacción cara a cara con las personas del caso a resolver. ¿Sería demasiado arriesgado contactarme con los usuarios para planear citas con sus madres, tal como lo había hecho con Natasha?

-¿Te interrumpo de nuevo, preciosa?-papá entreabrió mi puerta, y el sonido de su voz me trajo de vuelta a la realidad.

-Para nada, papá.-giré mi cuerpo hacia él, abandonando mi muy avanzado trabajo para tomar un pequeño receso.

-Es viernes. ¿No tienes nada planeado para hoy?-entró completamente a la habitación.

Noté en el reloj de mi computadora que faltaban veinte minutos para las siete. El sol debería estar a punto de ponerse para aquellas fechas de marzo.

-No, papá. ¿Tienes ganas de salir a alguna parte? Yo puedo llevarte.

-Yo también se manejar, hija mía.-tomó asiento en mi cama.

-Lo sé, padre. Pero no me gusta que lo hagas de noche. No son los mismos tiempos de antes.-me levanté para sentarme a su lado y darle un abrazo. Mi comentario le pareció gracioso.

-Christopher está en la sala.-sentí mariposas en el estómago.

-¿Qué hace aquí?-me puse de pie lentamente, para acomodarme discretamente el cabello frente al espejo.

-Viene a visitarte. También a nosotros. ¡Pero cómo hemos recibido visitas últimamente! ¿No, Vicky?

-Un poco…-tomé mi brillo de labios lo más disimuladamente posible.

-Hija mía, quiero decirte una cosa.-continuó mi padre después de una pausa silenciosa.-Antes de que se me olvide hacerlo, o que no se me presente la oportunidad. Estoy muy orgulloso de ti.

A través de mi espejo, le cedí una sonrisa de agradecimiento. Él se puso de pie, se acercó hacia mí y me tomó de los hombros. Las miradas de nuestros reflejos se entrelazaron.

-Eres una excelente trabajadora, una excelente hija, una excelente persona. Todo lo que haces, lo haces con mucha dedicación y cariño.-a partir de entonces, comenzó a hablar un poco más pausadamente.-Pero quiero decirte que estaría muy contento de que me prometieras, que desde ahora en adelante, lucharás por tus propios ideales.

-Papá…-di media vuelta hacia él para topármelo de frente.- no te entiendo.

-Toda tu vida tuviste la oportunidad de vivir lo que te correspondía. Fuiste la única niña que se subió a una montaña rusa. Fuiste la única chica que se negó a asistir al baile de graduación por no conseguirse una pareja. Hasta ahora habías sido la única mujer sin salir de casa, por miedo a no contar con amigos en quien apoyarse.

Todo lo que mi padre estaba diciéndome…era cierto.

-¿Ahora te das cuenta te das cuenta de todas esas personas que te esperan allá afuera? Y la mayoría de ellas las conocías desde siempre.

-Lo sé, papi. Siempre me sentí tan protegida dentro de casa, cerrándome al mundo. Pero te prometo que todo será diferente.

-Ya lo prometiste.-me sonrió.-Y confío en ti.-me besó en la mejilla.- Ahora ve con tu amigo, que te espera en la sala…

No sin antes retocarme un poco más de maquillaje y acomodarme la blusa. Esta vez fui detrás de papá. Ahí estaba Christopher, igual de guapo que hace siete años, por suerte. Se encontraba de pie, inspeccionando la sala. Tuvo especial interés por una de las fotografías sobre la mesita: una de mis más grandes obras de arte, un pastel de tres niveles decorado con listones rosados y azules, encargado para el cumpleaños de la prima de una vecina.

-Vicky, ¿quieres provocarnos más nostalgia todavía, con este tipo de visitas?

-Mamá, si de nostalgia se tratara, sería suficiente con tus baladas románticas.

Christopher se percató de mi llegada, y me regaló una sonrisa.

-Hola, Victoria.

-¿A qué debemos tu visita, Chris?-le dirigí la palabra al chico de mis sueños, sin quebrarme la voz. Tenía demasiada confianza en mí misma.

-Vine a visitar a una vieja amiga. Eso es todo.

-No sabía que éramos tan amigos. ¿Desde cuándo lo piensas así?-agachó la mirada.

-Es viernes. ¿Qué te gustaría hacer hoy?

Dirigí mi mirada hacia mi madre. Levantó una ceja como queriendo decir: “Aprovéchalo, porque va a llevarte a donde quieras”.

-No lo sé. No tenía esperada tu visita.

-No es una visita, estoy invitándote a salir.

El gesto de mi madre ahora era diferente. “Hija mía, tu día ha llegado”.

Ahora visualicemos la siguiente escena: el panorama completo de la hermosa ciudad de Nuevo Salcedo, al fondo un deslumbrante Sol a punto de esconderse por completo detrás del horizonte. Yo al lado Christopher, charlando y disfrutando el uno del otro, como en sueños lo había imaginado.

-Nunca había estado aquí antes. Ni siquiera sabía que este mirador existía.-recargué mis brazos sobre la barda, tal como Christopher lo hacía.

-Una vez que te dedicas a hacer reportajes locales, te puedes enterar de maravillas increíbles sobre tu propia ciudad.

-¿Dónde trabajas, Christopher?

-Revista Municity.

-¡Claro! Armando me comentó eso cuando lo vi…

-¿Hablaste con él?-adoptó un tono de voz más preocupado. Suspiré.

-Sí. Pero no pude convencerlo de nada. Simplemente no pude. Él está muy enamorado, y Sofía también. Armando sabe todo lo que ella hace, la comprende. Es extraño, pero le perdonaría cualquier maldad. Sigue con la esperanza de que ella cambiará muy pronto.

-No lo hará.-respondió Christopher amargamente.

-¿Estás seguro?

-Así son todas ellas, las mujeres como Sofía. Tú no lo sabes, Armando tampoco lo sabe, pero lo que Sofía hace es jugar con los sentimientos de todo el mundo. Yo lo sé, por experiencia lo sé.

-¿Sofía jugó contigo alguna vez?-Christopher asintió, con la mirada perdida.

-Y no vas a creerlo, pero hubo una sola persona en este mundo que llegó a advertirme de ella. Mi madre.

-Debiste haberla escuchado.-sonreí irónicamente. Mi manual para yernos necesitados no debía estar del todo erróneo.

-Por supuesto que debí hacerlo. Pero estaba perdido, tú sabes. Por eso entiendo que Armando no quiera escuchar tampoco.

Desde ese punto, el mirador de la cima de una colina, ningún sonido urbano contaminaba la atmósfera. Era un lugar pacífico, relajante, y romántico.

-No todas somos iguales.

-Eso yo lo sé.-fijó su mirada intensa sobre la mía.- Sobre todo tú, Victoria. Eres única.

Un romántico silencio me hizo perder el aliento. Sus ojos aún se mantenían sobre los míos.

-Descubrí que tu timidez no era más que parte de tu personalidad.-apartó lentamente la vista hacia el panorama.-Hace mucho tiempo, no entendía la mayoría de las cosas. No entendía que es lo que debía buscar en el sexo opuesto para sentirme completo, tú sabes, enamorado. Luego uno crece, va teniendo experiencias… con aprendizajes.

La mirada de Christopher volvió a toparse hondamente con la mía.

-Ahora sé bien qué es lo que quiero. Créeme que nunca había conocida a una mujer tan inteligente, atenta y bonita como tú. Pero sobre todo, una persona que sabe querer de verdad.-me tomó de los hombros cariñosamente, nos tuvimos frente a frente.-Perdóname, Victoria, por no haberme dado cuenta antes.

Creí haber estado soñando, pero vi que una lágrima sincera comencé a recorrer su mejilla. Mi corazón se agitaba, ¿era todo eso real?

- Te extrañé todo este tiempo.

-¿Siete años, Chris? ¿No me olvidaste?

-Sí lo hice. Pero hoy me doy cuenta de que te necesitaba a ti. De que había perdido mi oportunidad hacía mucho tiempo. Por favor, Victoria, quiero que estemos juntos esta vez. Prometo nunca lastimarte más…

Christopher me abrazó fuertemente. ¡Oh por Dios! ¡Aquél era un sueño hecho realidad! No sabía si Christopher me amaba aún o no, pero al menos si estaba segura de que él necesitaba de mí. Tanto tiempo deseando convertirme en una chica intrépida, en una seductora. Tal parecía que ese no era el tipo de chicas que a los hombres hacían volar.

No fue necesario convertirme en una Bárbara, ni en una Sofía, para conquistar al chico de mis sueños. Sólo debí ser yo misma, dejar de lado mi timidez para demostrarle quien soy yo por dentro, y esperar a que el destino nos reencontrara. ¡Oh, el destino! ¡Siempre tan oportuno conmigo!

Victoria Guzmán, la niña ñoña de toda la vida, a sus veintisiete años de vida ¡por fin tenía novio! ¡Un novio de verdad!

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