Datos personales

Mi foto
Pluma Joven A.C. es una organización juvenil que promueve la lectura y escritura como un medio para el desarrollo de una mejor sociedad. Somos un equipo de trabajo siempre abierto a recibir nuevos miembros en un ambiente de compañerismo y diálogo, así como un conjunto de espacios para la libre expresión, crítica y retroalimentación para cualquier individuo con inquietudes literarias, construidos de jóvenes para jóvenes.

miércoles, 20 de julio de 2011

La encantadora de suegras (cap. VIII)

Parte VIII: Una despedida, y una bienvenida

-¿Ustedes dos la pasaron muy bien juntas, verdad?-fue lo primero que Gustavo mencionó al estar de vuelta.

La pareja volvió a tomar sus respectivos lugares, Natasha tratando de hacer sonar sus disculpas y pretextos lo más veraces posibles. Conchita se mantuvo en silencio la mayor parte del tiempo siguiente, con un gesto no del todo positivo, pero al menos mantuvo una actitud más amable hacia su nuera, algo de lo que Natasha se percató enseguida.

-Perdonen la molestia si interrumpí su reunión…-introduje de esa manera mis palabras de despedida. No planeaba permanecer en el café junto a ellos por más tiempo.- pero necesito irme ya, tengo ciertos asuntos pendientes. Mucho gusto en conocerla señora, igualmente a ti Gustavo. Con permiso…

-Yo te acompañaré a la salida, Vicky.-las dos nos pusimos de pie para retirarnos. Natasha quería agradecerme en secreto por todo.

-¿Cómo le hiciste? Pensé que me reclamaría por dejar su estufa prendida justo después de volver, pero no lo hizo.

-Le agradé mucho. Supongo que le hice pensar que tú eres una muy buena persona al contar con amigas como yo.-no quise sonar petulante, pero esa era la realidad.- Sólo promete una cosa: compórtate lo más madura posible para no hacerle cambiar de parecer. Ya logré amansarla un poco, pero también es necesario que tú decidas cambiar para mantener su confianza.

-¿Qué me recomiendas que haga?

-Lee artículos interesantes, investiga un poco, o ve documentales y las noticias por televisión. Ella busca una mujer con cultura y enterada de lo que sucede en el mundo. Sobre todo, recuerda pensar antes de hablar. Ten siempre opiniones fundamentadas, que se note que sabes de lo que estás hablando. Por cierto, evita sofocarla con… comentarios cursis. No trates de hacerte la linda con ella, si lo haces de una manera artificial.

-¿Crees que sueno artificial? La verdad yo tampoco me siento a gusto tratando de ser linda con ella…

-Porque la manera adecuada de hacerlo no es enalteciéndola, ni tratándola como a una reina. Sino respetando su espacio, sus opiniones. No significa hacer lo que ella dice, pero sí escucharla y hacerle entender que lo que tú y Gustavo decidan es responsabilidad de ustedes, y no de ella. ¿Me explico?

-Sí, algo. Muchas gracias por todo.-creo que Natasha atendió mucho mejor su retroalimentación que la forma en que lo hizo Sofía la vez que terminé de atender su caso.-Hasta la vista.-nos despedimos con un abrazo.

-Fue un placer, cuentas conmigo para lo que necesites.-un comentario muy comprometedor de mi parte, pero que hizo dejar mi huella en la consideración de Natasha.

-Gracias. Por cierto, mañana habrá una sorpresa muy especial para Sofía. Cecilia y yo le organizamos su despedida de soltera, en el bar Los Ángeles, salón Fantasías. Será a partir de las siete de la tarde.

-¿Debo llevar algo?

-Un regalo para ella, si quieres. Y ropa cómoda.-me guiñó su ojo izquierdo con picardía. ¿Ropa cómoda para una despedida de soltera? Creo que pude comprenderlo todo.
¡Qué aventura sería aquella!

Cuando llegué a casa, recordé llamarle por teléfono a mi tía. De seguro ya se sentiría deprimida por no recibir mi llamada en todo el día, pero le explique que tuve muchas actividades urgentes y poca oportunidad de tiempo. Mamá tenía pendiente un pastel para el día siguiente, para el cumpleaños de la hija de una de sus amigas, así que me puse a decorarlo con rosas de dulce rosa pálido y listón morado tenue, escuchando las baladas románticas de los setentas a todo volumen por la casa, tarareando entre suspiros, con la ilusión de encontrar al hombre de mis sueños muy pronto: “regálame esta noche, aunque me finjas amor… te besaré a ciegas para no verte partir”.

Con la inspiración que aquella música me otorgó, lentamente fui cayendo en sueño. Terminé el pastel, que quedó de maravilla, y de inmediato me dirigí a la cama. Comencé a soñar aún despierta, con la misma pradera que la noche anterior. Poco a poco quedé dormida, conmovida, y en paz incondicional.

Al amanecer hice lo de siempre, por supuesto, pero esta vez se me ocurrió pesarme para verificar los resultados de mi dieta y ejercicio. ¡Fueron enteramente positivos! Había perdido aproximadamente una talla en tan sólo ocho días. Antes de salir de casa, anoté el evento de Sofía en mi agenda y que debía conseguirle un regalo.

Mi compañero Quiñones entró en crisis ese día en el departamento; no encontraba su papeleo del mes pasado, tuve que ayudarle a encontrarlo. Me agradeció el apoyo, y me deseó suerte en la junta para día siguiente.
-¿A qué junta te refieres, Quiñones?

-¿No le avisó el jefe que mañana vendrá el director general al edificio?

-¿El director general, es decir, el señor Rosales?

-Ése mismo. Rodrigo me comentó que debía presentarle todos sus reportes para darle una última evaluación a su trabajo, y que de ahí decidiría si otorgarle a usted su ascenso de puesto.

Terminé en shock. ¡Debía tener listos para mañana todos mis reportes! ¿Por qué a Rodrigo le encantaría nunca comentarme nada de nada? ¿Por qué Quiñones debía ser siempre quien me informara de todos los detalles importantes?

-Todos confiamos en que lo hará excelente, compañera. ¡Felicidades!

-Gracias, Quiñones. También por avisarme de la junta.

Esta vez no podía esperar a que Rodrigo se disculpara conmigo. Me dirigí a su oficina para pedirle una explicación, o aclaración. No lo encontré ahí, sino en la sección de los cubículos, coqueteando de nuevo con Clarisa. Tuve que interrumpir su cortejo por motivos de gravedad laboral.

-¿Mañana viene el director, y quiere ver mis reportes recientes?

-¡Oh, Vicky! Olvidé anunciártelo, pero sí. Estás tú en lo cierto…

-Pudiste habérmelo dicho. De hecho debiste hacerlo.

-Tenía muchas cosas en la cabeza, con aquello de las fallas técnicas. Lo lamento en serio.-me tomó de ambas manos, me ofreció una inquebrantable disculpa como siempre.

-Pues debo disculparte, pero no es la primera vez que me fallas.

-¿Qué no somos amigos? Pensé que siempre podías contar conmigo.-escabullí de golpe mis manos de las suyas.

-Yo también lo pensaba.-lo vi directo a los ojos.

-Vas a hacerlo bien, confía en tu misma.

Clarisa observaba curiosa nuestra conversación. Di media vuelta y me retiré, no quise comentar nada más al respecto. Rodrigo era mi amigo, pero en ocasiones se comportaba demasiado sinvergüenza. Lamentablemente, en algunas otras, lo hacía de una forma encantadora, lo suficiente para funcionar como una trampa.

Terminé mis reportes antes de salir del trabajo, definitivamente lo hice. Quizá pude haberles dedicado un poco más de tiempo, para perfeccionarlos como nunca lo había hecho antes. Pero el señor Rosales ya conocía mi trabajo, mi forma cotidiana de laborar le había encantado. ¿Para qué esmerarme en demostrar algo mucho más allá de lo ordinario si de todas maneras mis reportes son de siempre de sobresaliente calidad? Le enseñaría mañana a Rosales el resultado del esfuerzo que hasta ahora he aportado a la compañía, y con el que estoy verdaderamente dispuesta a continuar.

Aquél día me abstuve de mi caminata diaria. Visité la tiendita de regalos más cercana de la casa; no sabría bien qué regalarle a Sofía en su despedida de soltera, así que me conformé con un sobre decorado con tonos rojos y dorados, en el cual introduje un billete. Mientras me alistaba para la fiesta llegué a una seria indecisión sobre mi atuendo, así que consulté la opinión de mi muy honorable madre.

-Si es una despedida de soltera, supongo que debo ponerme algo más atrevido que esto.-señalé mi pantalón oscuro de vestir, que hacía juego con un sofisticado suéter de rayas con manga corta.

-¿Cómo es eso? Defíneme, ¿qué es para ti atrevido?

-Natasha mencionó que llevara “ropa cómoda”. O bien se refiere a unos pants y pantuflas, o quiso haber querido decir otra cosa.-concluí irónicamente. Mamá soltó una pequeña risilla espontánea después de mi comentario.

-Vicky, es notable que nunca antes te habían invitado a una despedida. Por supuesto que tu amiga se refería a otra cosa. ¿Qué creías que se pondrían a hacer todas ustedes, charlar mientras tomar el té como si se tratara de cualquier otra reunión?-a mamá le seguía pareciendo graciosa mi ingenuidad. ¡A mi propia madre!

-¿Qué es entonces lo que sugieres que lleve puesto? ¿Lencería sexy?

-No necesariamente, yo nunca mencioné algo como eso. ¿Además de dónde vas a conseguirla? Lo que necesitas es irte arreglada con un estilo juvenil y totalmente relajado. ¡Es una fiesta de mujeres jóvenes, Vicky!

Mamá me trataba como si yo fuese una chica inadaptada. No niego que lo fuera, sin embargo, nunca imaginé que incluso ella llegaría a notarlo, ni a apoyarme para hacerme “adaptar” a la sociedad que me correspondía.

-Mira esto.-tomó de mi clóset un vestido blanco de tirantes que no usaba desde hacía tres años. La última vez lo vestí en la quinceañera de una prima que se llevó a cabo en la playa. Me lo probé de nuevo, sintiéndome agradecida de nuevo por la talla que acaba de perder- Se me ocurrió qué hacer con él, voy a confeccionarlo un poco. No tardaré, ve maquillándote.

Le entregué de vuelta el vestido y la obedecí. Mi base de maquillaje, un poco de sombra en los ojos, rímel, brillo de tonalidad natural en los labios y algo de polvo blush. Recogí mi cabello completamente con un broche grande, tal como lo hago diariamente para ir al trabajo. Esperé unos poco minutos más hasta que mi madre regresara con su obra maestra.

Definitivamente quedó maravilloso. Mamá cambió radicalmente el diseño a tal grado de que dejó de parecer un vestido de playa. Ahora lucía como uno moderno, perfecto para salir en la noche. Quedó un poco más corto, debajo de mis rodillas, recortado en diagonal por las especialistas manos de mi madre.

-¡Me encantó!

-Te ves preciosa con él. ¿Pero no te pedí que te arreglaras de una vez? Se te hará tarde…

-Ya lo hice.-señalé mi rostro con gesto de reclamo. ¿Qué no era visible?

-Casi no lo parece. Ven acá, voy a darte ciertos toques importantes.

Mamá se encargó de prepararme tal como la hacía cuando yo era adolescente. Jamás imaginé que seguiría haciéndolo hasta hoy en día. Inspeccionaba mi rostro detalladamente, agregando un poco más de sombra, disminuyendo el brillo, tal como lo creía necesario. Yo sólo esperé a verme terminada. Por un lado sentí bochornoso el hecho de que mi madre siguiera atendiéndome de esa forma, pero a la vez me sentía segura de que sus resultados serían excelentes.

-Cuando salgas de noche, recuerda oscurecer un poco más alrededor de tus ojos, para resaltar tu mirada.

-¿Tú como sabes todo eso?

-Recuerda que un día yo también fui joven. ¡Ya no hables! Que te estoy delineando los labios.

Eso era cierto, mi madre una vez fue joven. No solamente ella, sino todas aquellas señoras con hijos a punto de casarse o que hayan decidido pasar su vida junto a una intrusa en su familia: las suegras. No lo había pensado de esa forma antes, pero la próxima vez que tuviera que lidiar con la madre de otra persona, tomaría en cuenta que ella también tuvo su etapa de juventud, por lo que conoce las intenciones y situaciones por las que las mujeres de hoy en día pasamos.

-Lista. Quedaste preciosa.-me eché un vistazo al espejo para cerciorarme de que mamá hubiera dicho la verdad. Admito que si lo hizo.

-Muchas gracias, mamá.-le correspondí con un fuerte abrazo.

-De nada, Vicky. Prométeme que vas a divertirte, y que tendrás cuidado con todo lo que se te ponga enfrente. Tú sabrás como hacerlo.-no quise ponerme a pensar en ese instante que clase de peligros podrían presentárseme esa noche.

Mis tacones eran algo incómodos, pero soportables. Lo único difícil que me resultaba hacer con ellos sería conducir. Todo mundo, incluso los niños, conocía la ubicación del bar Los Ángeles. Era de los más populares entre los mencionados dentro del departamento, aunque yo nunca antes había acudido a un bar, salvó por dos ocasiones que no quisiera recordar. También había escuchado del salón Fantasías. Muchas despedidas de soltera se organizan en él de acuerdo a los rumores que de vez en cuando he escuchado.

Entré al bar con cautela. Por dentro se veía impecable después de todo, aunque el ambiente era oscuro, concurrido, música de rock alternativo a todo volumen y  una ligera nube de cigarro expandida a lo largo de la atmósfera. La clientela del bar por lo general se trataba de adultos jóvenes, más o menos de mi edad; debido a la hora y el día (martes, faltaban quince para las siete) solo pocas personas se hallaban reunidas en la barra, celebrando alegres entre el licor y carcajadas.

Al fondo del establecimiento observé el letrero correspondiente al salón Fantasías hacia el cual me dirigí. Fui desagradablemente recibida por una tipeja de mal gusto, antipática a primera vista.

-¿Quién te crees que eres tú, golfa?

¡Esa fulana sí que me hizo enfurecer! ¿Cómo se había atrevido a llamarme? ¿Qué nunca antes se había visto en el espejo? ¡Con ese atuendo puesto, la golfa más bien parecía ser ella! Tuve que defenderme definitivamente, no iba a quedarme callada.

-Disculpa, pero a mí para nada debes de dirigirte de esa mane…

-¡Vicky, eres tú!-la repentina aparición de Cecilia impidió que acabara de recitar mi autodefensa.-Déjala en paz, Sarahí. Ella es invitada de honor por sí no estabas enterada. Ven conmigo.-me ofreció su mano, empujando hacia atrás a aquella depravada insolente.

Después de dejar pasar mi furia, me puse a percibir cada detalle del lugar. No era demasiado espacioso, pero tampoco igual de atiborrado que la parte principal del bar. Contaba con la indispensable barra de bebidas, un pequeño espacio destinado para bailar, además de una especie de escenario alrededor del cual estaban colocadas siete mesas redondas con media docena de sillas en cada una.

Sonaba de fondo un remix de música electrónica, excelente para incendiar la pista una vez que el ambiente estuviera bien puesto. Las luces iluminaban con intensidad cada rincón del salón, al rítmico paso de las pistas musicales. El pulso de las canciones rebotaba dentro de mi pecho, dándome una emocionante primera impresión de aquella noche.

Muchas mujeres ya habían llegado al evento, pero la mayoría de ellas se encontraban sentadas y aisladas en sus grupos pequeños separados entre sí, de no más de cinco integrantes.

-Te pido una disculpa por la forma en que se comportó Sarahí contigo.-me cuchicheó Cecilia al oído tomándome del brazo, mientras caminábamos hacia la mesa de los regalos.- También te pido una disculpa desde ahora si vuelves a ser tratada de esa forma por alguna otra de nosotras. No creo que este tipo de ambientes sea precisamente al que estés acostumbrada, ¿verdad?

-En realidad no.-respondí algo atemorizada, o quizá sobreexcitada. Sonreí de todos modos.

-Siempre hay una primera vez.-Cecilia parecía agradable, de ese tipo de personas que a pesar de a veces ahogar su conciencia con el alcohol, se comportaba amable y considerada cuando lo era debido. Eso le daba un aire de inteligencia inimaginable.

Recordé las palabras de mi madre: diviértete. También recordé la promesa que me había hecho a mí misma, la de convertirme en una chica intrépida, fiestera, gozadora de la vida. Había tantas cosas que aún no había experimentado, que necesitaba urgentemente experimentar en ese momento, y esa misma noche se me presentó la oportunidad  de hacer realidad todo aquello.

-Cecilia, ¿podrías hacerme un favor?

-Claro.

-Simplemente te pido que me ayudes a hacer de esta noche algo inolvidable. Quiero divertirme como nunca antes lo he hecho.

-No te preocupes, no tenías porque habérmelo pedido. ¡Vamos a divertirnos, Vicky! Mi chica genio…-la viveza y adrenalina de Cecilia se transmitió a mis venas.- ¡Ven! Te presentaré a unas amigas, están sentadas por aquí.

Jaló de mi brazo para encaminarme rápidamente hacia una de las mesas. Ahí estaba también Natasha, arreglada demasiado bien a mi gustó. Su cabello totalmente recogido y ese vestido azul marino verdaderamente le favorecieron. De su lado se encontraban tres chicas; una de ellas sí que tenía piel oscura, o sería alguna confusión óptica después de compararla con su notablemente teñida cabellera rojiza. Otra más me hizo recordar el alivio de no haberme traído puesto aquél suéter; su atuendo era bastante sensato y protegido, aunque supuse que formaba parte de su personalidad. La última tenía unos ojos verdes preciosos que resaltaban con el amarillo opaco de su blusa.

-Hola chicas, ella es Vicky. Natasha también la conoce. Estas son Luisa, Hilda y Penélope.-las mencionó en el mismo orden en el que captaron mi atención.

Las tres parecían también muy simpáticas, y de entrada no sospeché recibir de ellas ninguna clase de grosería semejante a la que obtuve antes de entrar al salón.

-Qué bien que pudiste asistir, Vicky. Por cierto, tengo que agradecerte de nuevo tu grandísimo favor. ¡Conchita me trató de maravilla en la mañana!-era necesario hablar en voz alta para escuchar las conversaciones, debido a la intensidad de la música.

-¿En serio, Natasha? ¿Pues qué clase de favor te hicieron?-preguntó muy curiosa Luisa, la pelirroja.

-Vicky es una diosa. Es toda una encantadora de suegras. No sólo a Conchita, también pudo ayudar a Sofía a controlar a la imposible de doña Lucha.

Recibí sobre mí tres miradas interesadas en conocer aún más al respecto. En eso, Natasha recibió una llamada en su celular, y al darse cuenta de quién la llamaba gritó con nerviosismo.

-¡Es Sofía! Ya casi llega…

El nerviosismo se expandió por todo el salón, a gritos.

-Cecilia, tú y yo vamos a recibirla en la entrada del bar, le avisamos al guardia que cuando pasemos con otra muchacha nos mande a este salón por cualquier pretexto, y entonces…-Natasha se puso de pie sobre una silla para llamar la atención de todas las ahí presentes.- ¡Escúchenme, nenas! ¡Todas gritan sorpresa cuando Sofía llegue! ¿Me escucharon?

Natasha y Cecilia salieron del salón para poner en práctica su estrategia. Tomé asiento junto a Penélope, la de ojos verdosos, quien me regaló una amistosa sonrisa de aprobación.

-¿Con que tú eres una encantadora de suegras? Jamás había escuchado algo como eso…

-Ni yo lo había hecho.-admití.

-Entonces, ¿es verdad que lograste tranquilizar a las suegras de Sofía y de Natasha? ¿Eres psicóloga o algo parecido?

-Simplemente hablé con ellas. Las convencí de cambiar de parecer, charlando.- Penélope levantó ambas cejas como ademán de asentimiento.

-¿Así de fácil te resulta?-Luisa se incorporó a la conversación.- Yo también desearía poder hablar con mi suegra y con eso terminar todas nuestras discusiones.

-A la próxima mejor consulta a una profesional, Luisita. ¿Ves por qué es que contamos con personas como esta? Perdona, ¿cuál es tu nombre?

Decidí contestarle a Penélope algo que jamás en la vida me había atrevido a decir, hasta a partir de ese entonces.

-Victoria. Pero pueden llamarme Vicky.-de todas maneras, tanto Natasha como Cecilia me conocían de esa manera y no me atrevería a solicitarles que dejaran de hacerlo.

-Mucho gusto, Vicky. Yo no tengo suegra por el momento, pero si acaso llegara a tener problemas no dudaré en llamarte.-bromeó Penélope. No pude creer como una mujer con ojos tan hermosos no tuviera pareja, ¿habrá fallecido su suegra?

-Yo sí tengo suegra, y créeme que es todo un caos.-Hilda se incorporó. Hablaba de una forma muy extraña, presuntuosa a mi parecer.- Nunca coincidimos en los mismos indicios, y nuestra filosofía de vida es indiscutiblemente incompatible. Tras varios años de experiencia, he llegado a la conclusión de que la interacción entre nuera y suegra debe de ser irrefutablemente nula, si la intención de la pareja es mantener la productividad de su relación.

-¿Nula? ¿Por qué no habría alguien de interactuar con su suegra, si al fin de cuentas comparten un vínculo… digamos familiar?-me atreví a cuestionarle.

-Ya lo he dicho, que no es conveniente y en gran parte imposible.-las palabras de Hilda hacían un accidentado contraste armónico con la música de fondo.

-No es imposible…

-Para mí lo es. No me dispondré a adaptarme a los ordenamientos de la madre de mi esposo sólo por satisfacerle.

-No se trata de satisfacerla, sino de respetarse la una a la otra. Tal vez sólo te hace falta ver las cosas con una actitud positiva.

Hilda permaneció callada, analizando mis palabras. Creo que en verdad llegué a hacerle cambiar de parecer. No sólo era buena para dirigirme a las señoras, sino a cualquier especie con señales de madurez.

-¡Sorpresa!-un estruendoso eco de gritos indicó la llegada de Sofía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario